¿Quien no conoce alguna comunidad u oficina (especialmente las públicas) en las cuales la puerta, con cierre automático, da un tremendo golpe?¿ Y los portales «eternamente abiertos«? El encargado de realizar el cierre correcto de cualquier puerta son los denominados muelles cierrapuertas. Piezas habitualmente colocadas en la parte superior de las mismas, de aspecto normalmente alargado y con un brazo tipo «compás».
Los muelles para puertas se componen en dos partes internas: (el muelle propiamente dicho) y unos depósitos de aceite encargados de hacer de freno. Se regula a través de unos tornillos que permiten un mayor o menor paso del aceite así se consigue mayor o menor rapidez al cerrar.
El muelle utilizado no es apropiado para la puerta: Puede tratarse de un muelle demasiado corto en fuerza o bien de mala calidad. El caso del muelle, necesitaría coger mucha velocidad para conseguir el cierre de la puerta. De esta manera daría mucho golpe o se quedaría sin cerrar.
La puerta tiene defectos. Muchas puertas tienen ciertos defectos que hacen que sea necesaria mucha fuerza en el último momento para conseguir su cierre. Consiste en un problema presente en la unión entre la puerta, los pernios (bisagras) y el marco que hace que la puerta tenga tendencia a «irse hacia atrás» en el cierre final. Esto deriva en que el muelle necesita mucha fuerza o golpe final para conseguir vencer esta fuerza en sentido opuesto.
Cuando un profesional realiza la instalación de un muelle, debe ver detenidamente la puerta para establecer el tipo de muelle que necesita esa puerta en concreto también los defectos que pueda apreciar en la misma. Nunca debería de iniciarse una instalación de un muelle sin antes haberse solucionado en la medida de lo posible los defectos presentes en la puerta. Dicha solución, unida a la elección correcta del muelle, permitirá que puertas que siempre han parecido problemáticas cierren de manera suave y segura. Una instalación incorrecta, defectuosa en cualquiera de estos puntos producirá problemas posteriores.
Es un tipo de cierrapuerta muy utilizado sobretodo en locales comerciales y oficinas. Ofrecen la solución técnica perfecta para una gran variedad de ocasiones.
Son los más comunes, pueden aguantar bastante peso dependiendo del modelo. Existen con retenedor y sin retenedor. Los que llevan retenedor nos permiten tener la puerta abierta en el punto que nosotros fijemos. Mientras que los que no lo tienen cierran una vez que el brazo articulado ha realizado todo su recorrido.
Estos cierrapuertas en vez de brazo articulado utilizan una guía deslizante y tienen una mayor cantidad de acabados y prestaciones que los de brazo articulado. Además ocupan menos espacio. En algunas ocasiones no es posible instalar el brazo articulado en la puerta y se instalan estos.
Estos cierrapuertas se suelen instalar en todo tipo de puertas pero los vamos a ver mayormente en puertas de cristal.
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